En sintonía con el Espíritu legado por san Juan Bautista de La Salle que ha sostenido a la congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas durante más de tres siglos, el modelo educativo lasallista es la expresión de una espiritualidad en la que la fe acompaña todo el proceso educativo (espíritu de fe) y por la que todos los procesos se hacen con dedicación y entrega, buscando optimizar servicio en cada acción (espíritu de celo) porque se asume que la labor educativa es parte de la acción salvadora de Jesús (ministerio educativo). Estas dimensiones de la espiritualidad se expresan en los siguientes rasgos que definen la educación lasallista. 1. EDUCACIÓN CRISTIANA: CONFESIONAL CATÓLICA La educación lasallista tiene como pilar y referente fundamental su carácter confesional. Es una educación cristiana por excelencia. La Salle logra hacer de esta condición un modelo pedagógico que ha generado y acompañado el movimiento lasallista hasta la actualidad. Por lo tanto, no sólo es una escuela donde se enseña el cristianismo, sino donde se aprende a ser cristiano y, desde esa cualidad, se forman personas que se integran a su sociedad para mejorarla. La educación cristiana lasallista rompe con el formalismo de una “educación religiosa” ya que logra integrar en su modelo educativo la fe con la vida. San Juan Bautista de La Salle lo resumía al recomendar: “No hagan diferencia entre los deberes propios de su estado (dimensión humana) y los de su propia salvación y perfección (dimensión religiosa)”. En este sentido la escuela lasallista se comprende como lugar de encuentro con Dios. Esto implica una doble dinámica de fe que supone que los educadores descubran el rostro de Jesús en sus educandos y, en el otro sentido, que los educandos encuentren a Dios en sus maestros y en las acciones educativas que la escuela promueve. 2. EDUCACIÓN IMPARTIDA CON “CELO ARDIENTE” Hacer que la escuela “marche bien”, es el modo de responder a la voluntad de Dios que quiere que todos sus hijos lleguen al conocimiento de la verdad y se salven. Por ello, la dinámica de fe descrita en el punto anterior hace que la propuesta educativa de La Salle responda a las necesidades inmediatas de los estudiantes con una convicción que únicamente la fe puede dar. Por ello los educadores lasallistas se esfuerzan no solo por garantizar el desarrollo espiritual de sus educandos, sino también y, con el mismo celo, por dotar a sus estudiantes de las capacidades necesarias para mejorar su condición social, económica y cultural. |
viernes, 22 de octubre de 2010
llegan los hermanos al peru
san juan bautista de la salle
San Juan Bautista de La Salle
Nació en Reims (Francia) el 30 de Abril de 1651, hijo de Luis de la Salle (alto funcionario) y Nicole Moet, tenía 6 hermanos. Todos fueron educados en valores cristianos y a los diez años Juan Bautista mostró su deseo de ser sacerdote y fue al Seminario de San Sulpicio, era la Universidad de la Sorbona donde se habían formado grande sabios.
Por todo esto no le hubiera sido difícil , con las cualidades e influencias que tenía llegar a escalar altos cargos en la Corte del Rey Sol ( Luis XIV).
El 17 de enero de 1667, con tan sólo 16 años, tomaba posesión de una canonjía de la Catedral de Reims. Los biógrafos de la época lo presentan como un joven apuesto, delicado, sencillo y sumamente inteligente. Aire de seriedad y nobleza, llevaba una vida ordenada y sin tropiezos hasta que en un corto espacio de tiempo mueren su padre y su madre viéndose obligado a abandonar el Seminario para dedicarse a sus hermanos con edades comprendidas entre los 6 y los 19 años.
A pesar de todo no deja su vocación ordenádose sacerdote el día 3 de abril de 1678 y también sigue con su camino de enseñante. Es consciente de la importancia que tiene para el futuro de cada hombre este tiempo de la niñez y de la juventud... y que los cimientos que se echan en estos primeros años jamás se borran del todo.
A los 17 días de su ordenación muere su padre confesor D.Nicolas Roland que llevaba dos misiones muy importantes: una congregación femenina llamada Hermanas del Niño Jesús y varios colegios de niños. Su confesor le había nombrado heredero de todo aquello. Juan Bautista no se amedrantó y se lanzó de lleno a la empresa que le esperaba. En tiempos de Juan Bautista era urgente hacer algo por la juventud que estaba abandonada en muchos aspectos. El día de la Asunción de la Virgen María abrió la primera escuela que sería el primer eslabón de centenares y miles que atenderían en el futuro los HERMANOS DE LAS ESCUELAS CRISTIANAS.
Para acometer esta gran empresa agrupó a los maestros que tanto le ayudaron y adquirió una casa para ellos que se inauguró en 1679. La familia de Juan Bautista era rica y de prestigio y esperaban de él que continuara fiel al rango familiar. Pero él no pensaba así. Había conocido la humildad de los niños y de los maestros que le acompañaban y es aquí donde tenía sentido su vida. Por ello el día 24 de junio de 1681 cuando celebraba su onomástica invitó, además de sus familiares, a sus colaboradores en la educación. Esto no gustó a sus familiares que lo presionaban para que abandonase su camino y proyectos. Poco a poco le abandonan mientras sus maestros siguen a su lado.
Ser cononigo le dejaba un buen sueldo y además poseía riquezas familiares pero llegó a renunciar a todo para seguir el mensaje del evangelio que decía: "... que Jesucristo siendo rico por nosotros se hizo pobre..." a lo que unía su gran confianza en Dios.
Son doce los maestros que le siguen regidos por los valores de la pobreza, la caridad, el orden, el trabajo, el servicio, la entrega... y lo toman como Padre y Director. Todos juntos confeccionan la Regla que mas tarde van a prometer y el día 27 de mayo de 1684 nacía así un nuevo Instituto en la Iglesia.
Llegó un tiempo en el que surgieron ataques contra esta obra pues no entendían aquellos cambios que se producían en niños harapientos y abandonados que en pocos días aprendían a leer y a escribir y rectificaban sus conductas. Desde estos momentos fue perseguido y calumniado por otros maestros y eclesiásticos que no llevaban las cosas tan bien como él, por herejes jansenitas que ven una profunda renovación de la vida cristiana e incluso por autoridades civiles que creían que su proyecto producía injerencias en sus asuntos civiles y políticos. Consiguió seguir adelante gracias a su fe y a sus amigos incondicionales.
En 1717 se retira definitivamente y para sucederle fue elegido el hermano Bartolomé y el 4 de abril de 1719 muere. Tenía 68 años de edad.
En el año 1888 era beatificado y el 24 de mayo de 1900 juntamente con Santa Rita de Casia, era canonizado por el Papa León XIII.
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